
Desde sus amplias cristaleras veía la dolce vita pasar. "Los sonidos del mundo -solía decir ella- se oyen mejor desde aquí, aislados por este grueso y alegre cristal que nos convierte en eternos espectadores, de este espectáculo sonoro, inodoro y voluble".
Como las gafas oscuras de Marcello Mastroiani, quedaba exiliada del mundo, tras las amplias cristaleras que mostraban el incierto mundo. Allí rodeada, sola, muda, expectante, pensaba: "Sería mejor arder y ser libres".
2 comentarios:
me moria en verdad por que publicaras algo : )
y me ha gustado mucho, sobre todo el final. un abrazo para ti.
Jejeje, pues muchas gracias de verdad, compañera bloggera. Otro gran abrazo para ti.
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