miércoles, 24 de febrero de 2010

Sinfonía inacabada

Las sábanas sabían a caramelo y ruinas.
Saboreándote como a un Werther's Original,
escuché por penúltima vez gemir a Chopin bajo las aguas.
Para qué seguir leyendo más
si tú eres toda la literatura.

Viajemos a la nada
bajo un cielo hosco
y unos árboles sin vida.
Disfrutemos de nuestras últimas horas juntos,
Es muss sein!
Que el cauce de las tormentas
sólo nos durará unos cuantos, pocos, siglos.
Paremos el tiempo. Que se pliegue
ante nosotros, pues somos solo uno:
el mundo y su latido.

Lo demás no importa,
el agua, los poemas,
la brisa mortal en los ojos de Friedrich.
Porque ayer devoré las cenizas,
mi amor inmortal,
hace ya un millón de piedras.
Y no lloraré esta vez.

Que lo haga Wagner,
ahorcado de un abismo gótico,
que se muera de un ataque de nostalgias Goethe,
que yo ya tengo toda mi literatura
y si es necesario
suicidaré todas mis óperas,
mientras doy jaque mate
a la tristeza, al fin,
quizás.

viernes, 5 de febrero de 2010

Starbucks Fellini



Desde sus amplias cristaleras veía la dolce vita pasar. "Los sonidos del mundo -solía decir ella- se oyen mejor desde aquí, aislados por este grueso y alegre cristal que nos convierte en eternos espectadores, de este espectáculo sonoro, inodoro y voluble".

Como las gafas oscuras de Marcello Mastroiani, quedaba exiliada del mundo, tras las amplias cristaleras que mostraban el incierto mundo. Allí rodeada, sola, muda, expectante, pensaba: "Sería mejor arder y ser libres".