No tenía a quien
prestar satisfacción.
El tiempo a penas pasaba.
Era un gato mirándome
desde su horizonte de piel.
Navegaba en medio del asfalto.
Puedo reconocerla
entre un millón de olas,
me dije.
Su risa era una samba triste
como los ojos de Bebel Gilberto.
Maldigo a la nada de los parques.
Siempre me vieron perder mil batallas.
Desbaraté sus labios de juguete,
brecha inmensa en un breve océano.
Existo
porque desordeno fragmentos de ella.
1
-
- ¿Estás ahí?
- ¿Sigues a mi lado?
Te lo pregunto porque no veo más que mi propia vida gris y negra, y eso que
estoy rodeada de gente. Pero sólo veo nada po...
Hace 6 años
1 comentario:
El ritmo (isocrónico) es desiguual en algunos versos, pero sigues logrando esas imágenes que no he visto en otros lugares. Has aligerado el peso del poema, eliminando accesorios y marcando más algunas secuencias. Enhorabuena, continua
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