Oriente
cabe en la occidental
cumbre de tu ombligo.
El sol sale desde una habitación pequeña,
tras tu espalda,
como un mar rojo sin nombre.
Vaivén de fuego y vientre.
Dánzame maldita
tu desconocida locura,
que aún quedan por amar
aves en tus manos,
sobre tu vertical insinuación.
Hablas, orgullo.
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No tengo ganas de leer tanta poesía
de labios cansados de fracasar y
fracasar.
No tengo tiempo de pasarme la vida
pidiendo perdón por los errores
que tú t...
Hace 7 años
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