domingo, 17 de mayo de 2009

Cambiar de piel


Abrió de par en par las ventanas por donde se filtraba el aire oceánico. Quiso volar muy alto, pues nada con forma humana, animal o vegetal lo retenía allí, entre esas cuatro paredes que cada vez se estrechaban más. Plegó las alas, decepcionado, aterido por su cobardía y deseó una última oportunidad. Le ofreció una plegaria al sol. Su mirada se clavó hasta el infinito que se perdía más allá de su razón y dejó de sentir.
El aire oceánico ya le pertenecía.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La foto es buena, el final del camino o de nosotros mismos que es casi igual, aunque sea por otro lado un guiño más al decimonónico Friedrich. Volar siempre volar y Girondo como no, pero volar es caer para Huidobro, mejor buscar mantenerse, un nuevo propósito que abre un nuevo camino, solo para los expertos que ya saben lo que es pisar tierra firme, como parece ser tú, decepcionado por los pasos que retratan el ayer o un indeciso presente que no quieres descubrir. Como en el texto las plegarias, serán redimidas, por alguien muy parecido a nosotros.

El hijo de la luna