miércoles, 11 de noviembre de 2009

La chica de los ojos hamburguesa

La chica con un mar en su sonrisa
tenía ojos color hamburguesa.

Hablaba tanto
que despistaba al silencio
porque sentía miedo a las oscuridades mudas.

Y llovía afuera.
Pero ella con sus manos color fucsia
sus brazos de neón
su boca de bosque afilado,
destronaba al mundo que no amaba las risas
los fuegos
los mares por descorchar,
a pesar de las tormentas
que un día amanecieron bajos sus labios.

La chica de los ojos hamburguesa tenía
el pulso y el alma
latiendo sin medida
sin pasados...
Nunca se quebraría.

Aquella noche o día o tarde...
me subí a la máquina del tiempo
con la chica del mar en su sonrisa.
Y volví a los años 20

Quizás no regresé.

Viva la vida!

Tenían ojos de salvaje inocencia. Una belleza extraña, insólita, imperecedera, en mitad de la oscuridad: juventud. Eran intocables, como sirenas sin mástiles, pero con sal impregnadas. Provocaban una desesperación aullada entre los pobres marineros contemplativos de sus nieblas. Vestían sin ropas helénicas pero el deseo siempre las envolvían.
La modernidad las arrullaba, bajo sus pintalabios russian red, sus tacones infinitos de baladas por descubrir, sus ojos coldplay preparados para amar o perder. No concederían amor tan fácilmente, antes morderían que plegarse a la mortalidad.

Estas diosas noctívagas esquivas como una brizna de lluvia en mitad del océano, no desvelaban sus sorpresas tan fácilmente, porque el día las volvería mortales, y el hechizo moriría.

En noches de vinos y rosa, como aquellas, nadie nunca pudo escribir los versos más tristes, sólo pedirles a la noche una porción inmortal de belleza infinita, inocente y de vida.