domingo, 24 de mayo de 2009

The Cinematic Orchestra: Ma Fleur o Amélie moribunda al ser consciente de su mortalidad

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Amélie Poulain se mira al espejo. Es difícil aceptarlo, pero envejece.

Toda ella se muda, se troncha como una vulgar rosa o una canción insólita que se pierde al llegar una nueva estación. Las últimas lluvias despedazan de realidad el juego que una vez inventó, y la crecida de un Sena despiadado arrastra su imaginación hacia un fondo desconocido... y llora.

Sus manos se han transformado ya en piedras. Su pelo es alga de los mares que acarició en los desdibujados corazones de los hombres y que finalmente abrazaron la vulgaridad, celebrando su fracaso. Es consciente de su mortalidad y... duda.

Sin embargo toda ella sigue siendo hermosa como una diosa melodía que sale de no se sabe donde. Y sigue respirando. Cree que debe todavía amar para poder salvarse.

Ya no mira ningún espejo Amélie.


*El descubrimiento de esta canción se la debo a mi buen amigo Jesús.

Para ser oída en tiempos donde la lluvia no hiera de nostalgias y sí de esperanzas que huelen a recuerdos.

Wall Street, 08:00 A.M

Abarato el precio de mi soledad.
Invierto en el viento,
última empresa libre
del fuego de los hombres.
Compro el infierno al diablo
y vendo mi alma a dios.
Estoy arruinado.

domingo, 17 de mayo de 2009

Cambiar de piel


Abrió de par en par las ventanas por donde se filtraba el aire oceánico. Quiso volar muy alto, pues nada con forma humana, animal o vegetal lo retenía allí, entre esas cuatro paredes que cada vez se estrechaban más. Plegó las alas, decepcionado, aterido por su cobardía y deseó una última oportunidad. Le ofreció una plegaria al sol. Su mirada se clavó hasta el infinito que se perdía más allá de su razón y dejó de sentir.
El aire oceánico ya le pertenecía.